
Yo también he sufrido, en ocasiones tampoco he entendido, y he tenido fe en cosas que no han merecido tal, me confundo.
He vivido hermosas casualidades, ¡cuan increíbles!
No he sido capaz de controlar todas las circunstancias, nadie puede, nadie es perfecto.
La tristeza está ahí esperando detrás de cada esquina, preguntándose en forma de qué nos va a propinar la próxima bofetada.
Qué sorpresa la de tu sorpresa.
Esperar es malo, la experiencia me lo ha enseñado, por eso ahora soy más impaciente, más exigente, ahora entiendo un poco más a los viejos.
Los viejos son importantes, mucho más de lo que se les valora, pero como la vida está mal hecha y planteada del revés no pueden escapar, no podemos escapar.
Me encanta esa voz tan rota que no se sabe si es de gritar anoche, de fumar, de beber, de vomitar o de todo un poco junto. Me da confianza porque genera desconfianza.
Creo que nadie me conoce lo suficiente.
No puedes leerme la mente.
La vida es caprichosa y toca los cojones y cada uno tiene sus momentos, nunca se sabe, es como una caja de bombones, como una peli porno. A ratos es de carne, a ratos de hueso y a ratos de plástico.
He sido cobarde mucho tiempo, pero otras veces he sido valiente, otras he estado sol@ porque quería, porque lo necesitaba y otras me moría por un poco de ayuda.
Lo hice, pero nadie lo sabe, lo hice y nadie lo puede negar, pero la gente puede negar lo que no sabe...
Parezco más estable de lo que soy, me trago muchas cosas sin saber siquiera si debería.
A veces necesito mirarme al espejo para asegurarme de que sigo aquí.
No es un capricho.
No es un capricho.
El que no se arriesga no gana, si no se intentó no se sabe la magnitud de la fuerza, no sabemos si la batalla hubiese sido dura o liviana.
Solo el que se presentó desarmado el día de la batalla sabe lo que hubo y quien murió, quien salió corriendo asustado y quien sobrevivió.
Intento ver siempre la diferencia entre lo correcto y lo fácil.
Me gusta probar la carretera menos transitada.
Todo se ve más claro al despertar y todos los problemas crecen al caer la noche y luego no nos dejan dormir.
Mi cuerpo me ha ido comiendo poco a poco desde dentro, me llama, para que me recoja en algo de un tamaño que quizá esta vez sí pueda controlar.
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